Aunque es un aspecto teórico del manual de identidades sexuales, es importante tratar el sistema de clasificación de identidades usado. Dicho sistema es de creación propia, tras años de lectura y estudio. Se ha aplicado en charlas tanto en universidades, como en institutos y asociaciones, teniendo un buen resultado. En cualquier caso, y si algún lector no está de acuerdo con dicho sistema de clasificación, se recomienda que use la información incluida de cada identidad de manera independiente. Además, existen otros modelos y maneras de clasificar las identidades sexuales que pueden ser igual de válidos que el modelo propuesto. Las sexualidades se pueden agrupar de varias maneras, y no hay una manera natural de agruparlas (van Anders, 2015). Por ejemplo, aunque en el libro se tratan los diversos aspectos de las identidades sexuales como independientes, son interdependientes (Diamond & Butterworth, 2008; Fausto-Sterling, 2019), existiendo algunas personas para las que estas características no son fácilmente separables ni distinguibles (Cuthbert, 2019; Fausto-Sterling, 2019).
En este manual, se contemplan la identidad de sexo, identidad de género, identidad de orientación sexual y romántica e identidad relacional. De manera habitual, se suele contemplar las identidades de sexo, identidades de género e identidades de orientación sexual, pero se han añadido las identidades relacionales porque están relacionadas con la sexualidad y forman parte de la identidad sexual de las personas. Además, esto ha permitido añadir identidades como el BDSM y el poliamor con un mayor sentido. Respecto a la relevancia de cada aspecto mencionado, es similar. Se suele considerar la identidad de orientación sexual como aquella más relevante (van Anders, 2015), pero para algunas personas son más relevantes otros aspectos (Galupo, Lomash & Mitchell, 2017; Savin-Williams & Vrangalova, 2013), ya sea su identidad de sexo, identidad de género y/o identidad relacional. Además, en investigación es tan importante considerar la identidad relacional de la persona como su identidad de orientación sexual, su identidad de sexo y su identidad de género (Galupo, Lomash & Mitchell, 2017; Galupo, Mitchell & Davis, 2015; Manley, Diamond & van Anders, 2015; van Anders, 2015).
Para una mayor concreción, es necesario tratar a qué se refieren cada aspecto de las identidades sexuales mencionados. El término identidad de sexo se refiere a ser hombre, mujer o no binarie. Al respecto, es necesario incidir en que aunque en el capítulo de identidad de sexo se tratan las identidades cisexuales, transexuales, endosexuales e intersexuales, la identidad de sexo no hace referencia a estas identidades sino a si la persona es hombre, mujer o no binarie. Aún así, ser cisexual, transexual, endosexual o intersexual está relacionado con las experiencias de las personas respecto a su identidad de sexo, con la discriminación que pueden sufrir y son términos que se basan en el sexo asignado al nacer, por lo que son relevantes en dicho capítulo.
En cuanto a la identidad de género, se puede definir como la sensación interna del género propio, pudiendo ser femenino, masculino, alguna mezcla de los dos o ninguno (American Psychological Association, 2009a, 2009b, 2015a; Galupo, Pulice-Farrow, Clements & Morris, 2019; Matsuno & Budge, 2017; Moleiro & Pinto, 2015; OMS, 2000; Singh, 2017; Tate, 2014; Tate, Youssef & Bettergarcia, 2014). Aunque esta definición usa el término sensación interna, esto no debe ser usado para cuestionar las identidades de género no normativas, alegando que son solo sensaciones internas. Sensación interna se refiere a la percepción propia que tiene cada persona y tanto las identidades de género normativas como no normativas, incluyen dicha percepción. En esta definición, con la mención de alguna mezcla de los dos géneros se reconoce la existencia de las personas no binaries y con la mención de ningún género, se reconoce a las personas agénero. Se mencionan de manera separada a las personas no binaries de las personas agénero porque aunque se han incluido a las personas agénero bajo el apartado de identidades no binarias, algunas personas agénero no se consideran personas no binaries ya que carecen de género, por lo que su género no es ni masculino, ni femenino ni una mezcla de ambos. Aún así, esta definición de identidad de género puede mejorar. Por ejemplo, la definición de la Asociación Americana de Psicología (American Psychological Association, 2015a) de identidad de género incluye otros géneros que no son una mezcla de masculino y femenino, incidiendo en que algunos géneros no binarios no se basan en los géneros masculinos ni femeninos. Y aún así, estas definiciones no capturan las complejidades de las identidades no binarias, por lo que sería positivo tener una definición más inclusiva con aspectos como que el género no es binario, no se basa en masculino y femenino, que las personas se pueden identificar con más de un género ya que no son excluyentes, que los géneros pueden ser fluidos y cambiar tanto debido al contexto interpersonal, al tiempo vivido o a que la identidad de género sea fluida en sí misma, y que incluya a aquellas personas cuyo género les es irrelevante para su identidad (Galupo, Pulice-Farrow, Clements & Morris, 2019; Galupo, Pulice-Farrow & Ramirez, 2017; Hyde et al., 2018; Joel et al., 2013; Kuper, Nussbaum & Mustanski, 2012).
Aunque se menciona la identidad de orientación sexual, la orientación sexual no es la única que existe ni la única válida. Mientras que se suelen tratar la orientación sexual y la orientación romántica como aquellas más relevantes y son las que se tratan más en profundidad en su capítulo correspondiente, existen otras orientaciones que es necesario mencionar. Además, aunque se suele comprender que las personas sienten atracción romántica y atracción sexual por el mismo grupo de personas, son atracciones distintas (American Psychological Association, 2012, 2015a, 2020a; Dane, Mosser et al., 2010; DeLuzio, 2011; Diamond, 2003b; Galupo, Lomash & Mitchell, 2017; Galupo, Ramirez & Pulice-Farrow, 2017; Hammack, Frost & Hughes, 2018; LeVay & Baldwin, 2012; Rosario & Schrimshaw, 2014; Savin-Williams, 2018; Savin-Williams & Vrangalova, 2013; Singal, 2017; van Anders, 2015). Es decir, se puede sentir atracción sexual y atracción romántica por diferentes grupos de personas. En este sentido, cualquier persona puede tener distinta orientación sexual y romántica. Esto implica que estas diferencias también son relevantes para personas con identidades monosexuales y para personas alosexuales (Galupo, Lomash & Mitchell, 2017; Savin-Williams, 2018). Respecto a la atracción, esta puede ser sexual, romántica, sensual, estética, intelectual, afectiva, queerplatónica o alterativa, con sus correspondientes orientaciones.
Y por último, es necesario tratar la identidad relacional que se refiere al tipo de relación por el que la persona se siente atraída. También se puede definir como el tipo de relación ideal para la persona (Fairbrother, Hart & Fairbrother, 2019). Aunque puede ser comprendida de manera similar a la orientación sexual, la identidad relacional se refiere a una cuestión distinta. Y es que la orientación sexual se refiere al grupo de personas por el que se siente atracción, mientras que la orientación relacional se refiere al tipo de relación que la persona desea establecer y no al grupo de personas por las que siente algún tipo de atracción.